Supongo que le puedo atribuir a la globalización el hecho de que hoy haya cenado canguro. Canguro con más cosas, claro. Aún no estamos preparados para comer un bistec o un entrecot de canguro, uff. Pero sí canguro camuflado. El plato rezaba algo así como: mustak de solomillo de canguro con tallarines de huevo, coles de verdura i guarnición de....No puedo recordar más, pero os podéis imaginar. Restaurante minimalista, intimista, caro y de moda del Borne, de los que no entiendes la mitad de la carta y tienes que pedir cubiertos con vergüenza porque se presupone que comer con palillos es un hecho habitual en España. Perdón Barcelona. Eli invita (con previa invitación de su jefe), no me tiro el rollo. Pero nos lo tenemos que tirar un poco (el rollo) ahí dentro. Como todo el mundo que va; forma parte del juego. Una vez estás comiendo, cuando del protocolo pasas a la relajación (el vino siempre acompaña) y puedes disfrutar de la cena, te olvidas, por un momento, de que lo que estás comiendo es canguro, de que seguramente la suerte ha jugado un papel importante en la elección de tu plato (cómo saber si te gustará más el canguro, el pato al té verde, o el curry rojo con arroz ¿?), y de que el jefe de mi amiga le ha obsequiado con un vale por una cena en un restaurante "in" porque quiere contentarla y que siga trabajando para él y produzca algo, intelectual o mecánico, que vale mucho más de lo que le paga cada mes.
Y bueno...que ya es hora de dormir. Aunque en Australia son las 11:15 y es hora de levantarse y olvidarse de los canguros.
viernes, 26 de enero de 2007
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